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13 de mayo de 2009

Fallar Para Ser Perfectos

¿Estás profundamente comprometido con lo que haces? ¿Te exiges siempre al máximo? ¿Tú mismo te constituyes en tu competencia más fuerte? ¿Siempre crees que puedes haber hecho las cosas mejor? Si es así, eres un perfeccionista y te hará bien continuar leyendo estas líneas.

El perfeccionismo es un rasgo cada vez más común en las personas de esta sociedad tan inclinada a la competitividad. Vivimos en unos tiempos en los que el compromiso con la excelencia parece ser un atributo indispensable para desempeñarse con éxito en cualquier labor. Pero, como sería bueno hacer con todo lo que exige esta sociedad moderna, cabe preguntarse: ¿Tiene el ser perfeccionista sus riesgos? De seguro que tendrás, si eres perfeccionista, algunas respuestas a esta pregunta. Pero es todavía más probable que, aún con las razones que puedas presentar, no estés dispuesto a dejar de serlo. Primero, no es tan sencillo como escribir o decir "dejarlo", porque el afán perfeccionista es un rasgo que conforma la personalidad; y no se puede cambiar la personalidad de alguien de la noche a la mañana, y sin antes haber empleado mucho esfuerzo. En segundo lugar, es posible que tú, como buen perfeccionista, te dijeras: Si abandono mi perfeccionismo, entonces no podré hacer mi trabajo con la misma calidad con la que estoy acostumbrado a hacerlo, y con la que he acostumbrado a los demás (probablemente a tu jefe). Sin embargo, no se trata de dejar de ser perfeccionista, sino de evitar algunas de las consecuencias negativas de lo que esto

Implica. Para ilustrarlo mejor vayamos a esta fábula que encontré en alguno de mis sueños.

La araña y el escarabajo pelotero

Juana era una araña muy trabajadora, siempre estaba afanadaen su labor de tejedora. Se sentía tan orgullosa de sus trabajos que no le importaba pasar largas horas tejiendo y tejiendo. Para ella, lo que hacia era la más sublime de todas las ocupaciones; más que un trabajo, lo consideraba un arte. Por eso se esforzaba porque sus tejidos fueran perfectamente simétricos y ordenados, sólo así podría estar satisfecha de su faena. Al final de cada trabajo, Juana se dedicaba a contemplar su obra con orgullo y detenimiento. "No puede haber nada más perfecto que esto", se decía. Su mayor goce lo encontraba en realizar con lujos de detalles su minuciosa tarea. Ella estaba segura de que ninguna otra cosa que se hiciera en el bosque podía compararse con su trabajo; por ello, cada día empeñaba largas horas de esfuerzo y dedicación a sus tejidos perfectos. A veces, se detenía a mirar el trabajo de su vecino, el escarabajo pelotero, y pensaba: "Pero qué trabajo tan desordenado y sin sentido, ¿cómo puede alguien sentirse satisfecho haciendo algo así?" Cada vez que miraba lo que otros hacían, más se convencía de la importancia y valor de su trabajo bien terminado; ella sí que no podía conformarse con cualquier cosa, siempre debía hacer lo mejor. Un día, en el bosque se convocó a un concurso en el que todos los animales podrían participar. El mismo consistía en una competencia en la que el primero que terminara sus labores cotidianas, después de comenzar al mismo tiempo, seria el gran ganador. Muchos de los animales del bosque se decidieron a participar, entre ellos también Juana la araña y su vecino el escarabajopelotero. Juana la araña pensó que sin duda su capacidad para poder realizar el trabajo que estaba acostumbrada a hacer le merecería el gran premio. ¿Quién más lo podría ganar? Nadie era capaz de realizar un trabajo tan completamente acabado como ella; así que se preparó para la competencia con la seguridad de que saldría ganadora. Llegó el día de la competencia y, efectivamente. Juana la araña pasó hasta la final. Esto no la había sorprendido para nada; pero de lo que sí estaba asombrada era de que su compañero finalista fuera, precisamente, su vecino el escarabajo pelotero. "¿Cómo pudo ser pensó- que alguien que trabaje de forma tan desorganizada y sin delicadeza pudiera haber llegado hasta la final? Bueno, después de todo -concluyó- eso no importa, de todas formas yo seré la ganadora".

Se dio la señal de partida y la final de las competencias del bosque dieron inicio. De inmediato, Juana la araña comenzó ahilvanar su tela siguiendo con meticulosa delicadeza cada trazo. Por su parte, el escarabajo pelotero se apresuró a amasar sus bolas y rodarlas hasta su cueva. Una tras otra las iba rodando con tal rapidez que pronto se comentó en todo el bosque que llevaba ventaja. Cuando esto llegó a oídos de los amigos de Juana la araña, éstos trataron de animarla para que avanzara.
-¡Trabaja más rápido! -le gritaban. Juana la araña intentó apurar el paso. Trazo sobre trazo se afanó. Sin embargo, no pudo ir más rápido por la precisión que se exigía, cada trazo debía ser delicadamente calculado y medido. -¡Trabaja más rápido! -le gritaban sus amigos- O perderás la competencia.

-No puedo -admitió la araña afligida.
-Sí puedes -le dijo uno-. Puedes hacerlo más rápido. No tienesque hacerlo tan bien, sólo tienes que terminar. -No puedo - repitió la araña con tono triste-, sólo sé hacerlo asi. Finalmente, el escarabajo pelotero terminó llevándose el galardón. Juana la araña había perdido a pesar de que tenía todo el deseo y la capacidad para llevarse el gran premio.

¡Conoces algo parecido? Realmente, lo que señala esta fábula es más común de lo que podemos imaginar. Por ejemplo: ¡has tenido algún compañero en la escuela o la universidad que dejó de entregar una tarea, perdiendo todos los puntos que valía, simplemente porque no había podido terminarla como quería? Yo si. Y aún más, me he visto en situaciones muy parecidas por mi propio afán perfeccionista. Como nos ilustra la fábula, el perfeccionismo es una norma de exigencia interna que casi siempre nos lleva a obviar el contexto. Notemos cómo la araña se imponía exigencias y requerimientos que aún la misma situación no demandaba. Sencillamente, la competencia consistía en terminar más rápido, no en hacerlo mejor. Pero, así como la araña no pudo realizar los cambios que necesitaba para ganar la competencia, a pesar de la sencillez en que consistía, es interesante ver cuánto puede incapacitar a una persona su estilo perfeccionista en ciertos contextos.

Paradójicamente, la mejor alternativa para enfrentar un estilo perfeccionista cerrado es aprender a "fallar" sin que esto genere mayores ansiedades. Lo que más incapacita a un perfeccionista no es precisamente su afán por ser perfecto, sino su miedo a no lograrlo, el temor de ser reprobado en algo. Lo que, al final de cuentas, es la idea más irracional del mundo; dado que la perfección humana se fundamenta en los errores, en la capacidad de reconocerlos y superarlos. Así que, si tienes un estilo perfeccionista, comienza a darte el permiso de "fallar". Aunque, si como buen perfeccionista, necesitas escuchar una razón para todo, no creo que esto te haga, más exacto, pero sí estoy seguro de que te hará más feliz; que, después de todo, es la verdadera perfección a la que los mortales podemos llegar.



Por: Jorge A. Acosta García
Autor invitado

1 comentario:

VALENTIN dijo...

Jorge, me ha encantado tu post. Creo en parte que compartimos pensamientos. Ser competitivo es un requisito obligatorio para subsistir ante la complejidad que este siglo nos bombardea haciendonos correr y estar a la par con las tendencias del mercado, con lo que requieren las empresas para la que aportamos nuestro conocimiento; es más, creo que desean que superemos las espectativas de nuestro puesto.

Al final, me manejo buscando la excelencia en mi trabajo, porque entiendo que hacerlo bien hoy día bo es suficiente; la perfección es de Dios, no se ha otorgado a los mortales.

Saludos.