¿Qué ganamos con pelear? ¿Qué problemas son tan grandes o tan complejos que no se puedan solucionar hablando? Son unas de las preguntas que deberíamos hacernos antes de permitir que la furia, la violencia y la rabia, tomen el control de nuestro espíritu. Sabemos que las emociones son parte de las experiencias que todos en algún momento tenemos en nuestras vidas. Son parte de nuestra evolución. Por eso, antes de aprender a hablar podemos “sentir” en nuestros corazones. Nuestro cuerpo por lo general presencia tales emociones, aunque nuestra mente no pueda hablar de ellas. Es por ello que sentimos miedo, rabia, vergüenza, tristeza, alegría y culpa, las cuales son algunas de las emociones que forman parte de la vida cotidiana.
Pelear no es una opción conveniente, existen miles de maneras de resolver un problema, de evitar la violencia. No podemos actuar como seres irracionales, es esto lo que nos diferencia de los animales. Por ningún motivo podemos permitir que nuestras emociones e impulsos nos controlen, nos dominen. Es cierto que no podemos dejar que los demás abusen de nuestra paciencia, pero esto no justifica la violencia. Cuando recurrimos a ella, demostramos con ello lo tan débil que es nuestro carácter y nos denigramos como personas.
Todos tenemos un límite, aguantamos hasta un punto, hasta que no podemos controlarnos y nos dejamos dominar por la furia, la rabia, el enojo o el odio, y recurrimos a la violencia física o verbal, cosa que no debería pasar, pero sucede. Es lamentable que muchas personas piensen que los problemas solo se pueden resolver con violencia, cosa que no es así. Recordemos que violencia engendra violencia y que para pelear se necesitan dos, y aunque muchos no lo vean así, pelear no es una opción.
Pelear no es una opción conveniente, existen miles de maneras de resolver un problema, de evitar la violencia. No podemos actuar como seres irracionales, es esto lo que nos diferencia de los animales. Por ningún motivo podemos permitir que nuestras emociones e impulsos nos controlen, nos dominen. Es cierto que no podemos dejar que los demás abusen de nuestra paciencia, pero esto no justifica la violencia. Cuando recurrimos a ella, demostramos con ello lo tan débil que es nuestro carácter y nos denigramos como personas.
Todos tenemos un límite, aguantamos hasta un punto, hasta que no podemos controlarnos y nos dejamos dominar por la furia, la rabia, el enojo o el odio, y recurrimos a la violencia física o verbal, cosa que no debería pasar, pero sucede. Es lamentable que muchas personas piensen que los problemas solo se pueden resolver con violencia, cosa que no es así. Recordemos que violencia engendra violencia y que para pelear se necesitan dos, y aunque muchos no lo vean así, pelear no es una opción.
Por: Joax Kennedy
1 comentario:
Holaaaaaaaaaaaa!!!! he regresado nuevamente al ciber spacio, esta paseando por tu blog y me llamo muchisimo la tenciòn el tema pues es muy cierto pelear no es una opciòn pero a veces en el momento del acontecimiento es muy dificil reflexionar rapidamente contar hasta diez y evitar el GRAN acontecimiento del cual podemos arrepentirnos luego... Creo que eso forma parte de nuestra madurez emocional... Muak..
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