De seguro que ya estas cansado o cansada de oír esta frase o afirmación y hasta llegas a tomarla en serio, cuando conoces por primera vez a una persona. Es verdad que la primera impresión que nos brindan a la hora en la que la conocemos es vital, pero en muchos casos obviamos los verdaderos seres humanos que en realidad son. Pero en ese momento no nos damos cuenta de ello.
Muchas veces nos llevamos de sus formas de vestir, su estilo y sus comportamientos, y erradamente llegamos a tacharlos (as) en personalidades muy diferentes a las suyas.
Hace varios años conocí a una persona la cual, la primera impresión que me brindo fue de una persona arrogante, prepotente, egoísta y otros calificativos que deseo mejor ahorrarme, y al tiempo que la fui conociendo a fondo, me he dando cuenta de que todo lo que yo pensé de esa persona, cuando la conocí era errado. En cambio resulto ser una persona dulce, con mucho amor para los demás (aunque lo expresa a su manera, pero eso lo entendemos) y es una persona que simplemente desea el bien de los suyos.
Muchas veces nos llevamos de sus formas de vestir, su estilo y sus comportamientos, y erradamente llegamos a tacharlos (as) en personalidades muy diferentes a las suyas.
Hace varios años conocí a una persona la cual, la primera impresión que me brindo fue de una persona arrogante, prepotente, egoísta y otros calificativos que deseo mejor ahorrarme, y al tiempo que la fui conociendo a fondo, me he dando cuenta de que todo lo que yo pensé de esa persona, cuando la conocí era errado. En cambio resulto ser una persona dulce, con mucho amor para los demás (aunque lo expresa a su manera, pero eso lo entendemos) y es una persona que simplemente desea el bien de los suyos.
Así que no podemos juzgar a nadie a simple vista, primero hay que conocer a la persona de fondo y luego dar nuestros veredictos finales. En mi opinión o mejor dicho en muchos casos este dicho popular no encaja del todo.
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