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9 de enero de 2011

¿Ganamos mas siendo honestos?

Sabemos que la honestidad es una cualidad de calidad humana que consiste en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, o sea, decir la verdad de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Más que esto, este valor nos llama a vivir de acuerdo a como pensamos y sentimos. En su sentido más evidente, puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas. En otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo.  Se cuenta que allá para el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.

Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.

Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:

- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura. Y la hija respondió:

- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones.
Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:

- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China.

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean costumbres, amistades, relaciones, etc.

El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas, sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.

Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado.

Aquella bella joven la del vaso vacío, sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.

Entonces, con calma el príncipe explicó:

- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.

Si para vencer, estuviera en juego tu honestidad, entonces pierdes uno de los valores humanos más bellos.  El sociólogo y catedrático dominicano Celedonio Jiménez en su libro “Ética, crisis social y educación en valores” define a este valor, como sinónimo de decoro, como un valor síntesis, confluencia de múltiples valores morales, al tiempo que afirma “que no puede haber honestidad donde, por ejemplo, no hay integridad, franqueza, lealtad, responsabilidad, etc.”. En mi opinión, una persona honesta, es quien llama al pan y al vino por su nombre, aunque su franqueza  le derive consecuencias desfavorables. Muchas veces, siendo honestos ganamos más,  que siendo todo lo contrario, como lo hizo la joven de nuestra historia, la cual fue honesta y se gano el amor del príncipe.  El ser honesto,  es la forma de actuar de la manera correcta, siempre expresando nuestro verdadero sentir.

Por: Joax Kennedy

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